sábado, junio 24, 2006

TEORÍA DEL ARTE. DOS ESCRITOS



DE COMO VALORAR LA OBRA DE ARTE. Agosto 2004

El éxito de la exposición de Castilviejo en el museo de la calle de la Pasión, para la que los vallisoletanos hacían cola, después de una sucesión de autores no figurativos con mínima afluencia de público, pone de actualidad la eterna pregunta de qué es el arte y cómo se puede identificar. No se recordaba otra afluencia similar desde la exposición, en el mismo museo, de Sorolla, hace ya un par de años por lo menos. Y ello a pesar de que se trata de nuestro más céntrico museo, con el más amplio de los horarios, acceso de amplias puertas de cristal que es el mejor escaparate posible, y a pesar del estímulo de las visitas guiadas.

La obra de arte que no comunica, o no comunica aquí, o no comunica ahora, no por eso es menos obra de arte. Eso lo acepta todo el mundo. La pintura figurativa no necesita muchas explicaciones, que sí requieren la pintura abstracta, el arte matérico, y bastantes de los “ismos” de la pintura contemporánea. En ésta, por suerte o por desgracia, abundan los autores no figurativos. Pero el hombre d la calle sigue prefiriendo la belleza que se capta a la primera. La pintura figurativa comunica más fácilmente porque nos es más conocida, a través del legado artístico que nos rodea, y porque la belleza de la realidad en que vivimos, natural o producto de la elaboración humana, se aprecia comúnmente. Castilviejo, además, nos hablaba de nuestras raíces, nos ayudaba a entender mejor quien y cómo somos, y dónde vivimos.

Otra cosa es que pueda valorarse más la obra artística cuanto más se conoce la técnica utilizada y otras circunstancias propias de la misma, del autor, y externas a ambos pero influyentes. Sin embargo, igual que puede decirse que la libertad es patrimonio de todos los hombres, y no modifica esencialmente esta propiedad el ser más inteligente o voluntarioso, pienso que la capacidad de percibir la obra de arte, incluso la de realizarla, es también común en lo fundamental. Lo que se entiende mejor analizando, siquiera sea básicamente, qué es el arte.

Aunque históricamente por ciencia se entendía la teoría y por arte la práctica, y los artistas eran los artesanos, actualmente se considera arte lo creativo. Arte es recrear la realidad. Si uno de los atributos del ser es la belleza, como dicen los filósofos, podríamos decir que es más creativa la obra cuanto más bella. Pero también hay que tener en cuenta otros atributos del ser, como son la unicidad y la originalidad –el ser es único e irrepetible-. También la bondad, como atributo del ser, es valorable en la obra artística, sobre todo considerada ésta como forma de expresión: cabe valorar la capacidad de comunicar y la riqueza y valor de los mensajes que puede comunicar. (En estas mismas páginas he comentado ya la disputa sobre los pintores de la “España negra”, en los años veinte y cómo Unamuno concluyó que la mejor actitud del pintor era la simplemente contemplativa, y que era preferible renunciara a buscar pronunciamientos acerca de la realidad circundante)

Hay quien sostuvo que es tal la necesidad del hombre de crear, que se inventó dioses que crean de la nada. Más fácil parece sostener lo contrario, que esa necesidad proviene de que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, y ha dado la facultad al hombre, si nó de crear, sí de colaborar en la creación, recreando.

En definitiva, una obra será más creativa cuanto más de “ser” tenga. Y así, si pongo un marco a un trozo de pared -en la línea que ahora se llama “arte matérico”-, poco añado al ser pared. Pero qué duda cabe que la originalidad es una parte de la creatividad –precisamente lo que distingue arte de artesanía-; que tiene fuerza creativa quien consigue por primera vez una forma nueva, aunque la forma sea pobre. La dificultad para el público que lo disfruta, es descubrir lo creativo de cada obra, en lo que le puede ayudar mucho el crítico de arte, si conseguimos entenderle, tarea no siempre fácil.

Así planteado qué es arte, ¿hay reglas o criterios universales para realizar una obra de arte o captar que lo sea?. Ya hace mucho que nadie busca la “divina proporción”, que era en las artes plásticas, la piedra filosofal. Sin embargo, cada rama artística tiene criterios comúnmente aceptados, fruto de la experiencia; en dibujo, por ejemplo, la regla de Platón (encontrar la variedad dentro de la unidad) y la sección dorada de Vitrubio (arquitecto romano que expresó el cálculo de la composición perfecta en base al factor 0,618), entre las más generales. Más de nuestro tiempo, Dalí, al que gustaban enormemente las matemáticas, aplicó con éxito diversas fórmulas en algunos de sus mejores cuadros. Las artes clásicas tienen sus reglas, pero la proliferación de nuevas ramas en nuestros días – como las derivadas de la fotografía con la imagen móvil, y de la pintura con multitud de técnicas gráficas - y la cultura del cambio, nos dejan con frecuencia sin criterios de experiencia para valorar la perfección.

También pueden ayudarnos las diversas interpretaciones sobre la evolución del arte. Es clásica la descripción de Hauser de los ciclos históricos del arte, el paso, en las diversas épocas, de la representación de la realidad (pintura paleolítica; o el comienzo del arte etrusco; el renacimiento) a la abstracción (el neolítico; el románico), y entre ambas una etapa de abigarramiento o barroquismo. Ahora esos ciclos se estarían sucediendo vertiginosamente, y por eso es casi imposible identificarlos.

La cuestión, pues, de cómo valorar la obra de arte, es cada vez más compleja, pero pienso que no vale quedarse en el “me gusta o no me gusta”. Lo bueno de esa complejidad es que nadie, ni los expertos, tiene la última palabra, lo que obliga más a buscar criterios esenciales: qué de bello, de único, de novedoso, de bueno, etc. tiene ésta obra, y qué comunica. Y para eso, el común de los mortales tiene, esencialmente, capacidad de apreciación. Basta cultivarla.

José Mª Arévalo Riera

EN FAVOR DE LA PINTURA INTENCIONAL. Febrero 2002.


Liberada la pintura, a finales del XIX, de su funcionalidad retratista, en la que es sustituida por la fotografía, adquieren tal relevancia los aspectos creativos que llegan a marginar los puramente técnicos. La originalidad y personalidad en la expresión, la innovación, el impacto visual, la fuerza expresiva, etc., son cualidades mucho más apreciadas a lo largo del pasado siglo que las tradicionales relativas a la perfecta figuración, la proporción y armonía, el equilibrio, en definitiva el concepto clásico de lo bello.

No hubiera tenido mayor importancia esta tendencia - tanto unos valores como los otros son aspectos parciales de la perfección artística -, si no se hubiera complicado con la posterior crisis del arte en general, derivada en buena parte de la excesiva valoración de lo novedoso, lo que se ha llamado el cambio por el cambio, y la facilidad de comunicación de éste. Sean cuales fueren las causas, sin duda muchas otras también, lo cierto es que cada vez resulta más difícil valorar la obra de arte, e incluso siquiera identificarla.

Quizá hayamos perdido muchos años buscando “terceras vías”, cuando tan importante destrucción del arte exigía empezar desde cero. Quizá sea cierto que el mensaje es el medio, que hoy toda pintura es arte. Aceptémoslo y empecemos a construir desde ahí.

Pintemos por pintar, no con otra intención o fin que nos pueda desviar de éste propósito: no por protestar, ni por analizar estructuras de materiales, ni por decorar, ni siquiera por vender.
Eso queremos significar con la expresión “Pintura intencional”; definido el medio, la pintura, manifestamos expresamente que queremos utilizarlo, no hacer con él otra cosa.

Sí, en cambio, caben en la Pintura intencional todos los “ismos” propios del medio pictórico, que se refieren a las formas expresivas. No al fin, sino a los medios. Quizá sea éste el necesario debate: ¿qué aporta, por ejemplo la pintura abstracta, si no manifiesta la intención a través del color u otro componente de la forma?.

Y entendemos que la Pintura intencional tiene un medio de expresión óptimo en la acuarela, medio en que con mayor simplicidad y transparencia puede utilizarse más ampliamente el pigmento, y en el que el componente técnico se identifica más claramente, dejando al desnudo los valores artísticos propiamente pictóricos.

En un paso siguiente habría que profundizar en la raíz de la expresión “intencional”. Decía el Filósofo que el conocimiento es “posesión intencional de lo percibido”. La expresión del conocimiento, la comunicación, dará lugar, pues, a compartir el conocimiento también intencionalmente. Ello a través de las distintas formas de expresión, entre ellas las artísticas.

En este sentido pintar es transmitir, y pintar intencionalmente, sería querer hacer arte y transmitirlo. Pero ¿qué es arte?. La pintura es arte, y vamos a descubrirlo pintando con la sola intención de pintar.

José Mª Arévalo Riera

2 comentarios:

  1. Anónimo1:43 p. m.

    Hola José Mª:
    Tengo 3 acuarelas de Gª Bonillo y me gustaría me informara donde tengo que acudir para que me las valoraran. Muchas gracias.

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  2. Como no me dice el "anónimo" su correo,contesto aquí. Me dice un buen amigo:"Desconozco quien pueda dedicarse a esto, salvo en las casas de subastas (Durán, Ansorena...), en las cuáles me figuro que el precio que se marca estará también en función del mínimo que quieran recibir los propietarios vendedores. Hacen tasaciones de toda clase de bienes y conocen los precios que se pagan en el mercado; pero yo no me fiaría del todo si lo que quiero es, sóla y simplemente, saber lo que vale un cuandro que tengo en mi casa, porque en estas casas siempre barren para dentro y no hay certeza absoluta de que la valoración que te hacen está bien hecha.".
    De la cotización de los cuadros de Bonillo solo se que una acuarela que se compró en su última exposición por 3.000 euros, el propietario pìde dos años después 6.000; otra cosa es que se la compren, claro. Espero le sirva de orientación.

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